El partido de Merkel, con apoyo socialdemócrata, defiende la limitación del permiso de residencia a los parados de otros países de la UE.
Redacción (Berlín, Alemania)
En el barrio berlinés de Köpernik, al suroeste, se encuentra la sede del mayor partido de extrema derecha alemán, el NPD. En esa zona se concentraba el pasado 4 de abril una decena de sus miembros ante la iglesia de la calle Arndt. El motivo de la cita: una reunión de vecinos en la que las autoridades de Berlín pretendían apaciguar los ánimos, visto que está prevista la construcción de un albergue para refugiados en el barrio, algo que ha generado rechazo en una parte de los vecinos. Pero las palabras de los neonazis no se dirigían únicamente a los refugiados: “Rumanos, búlgaros y otros europeos sin empleo vienen aquí para cobrar nuestras ayudas sociales”. Junto al megáfono, un joven con un cartel con la frase “Dinero para las abuelas (omas) y no para los sinti y roma”.
La calle está cortada por cuatro furgonetas de la Policía. En una de las esquinas, no más de diez antifascistas gritan a la ultraderecha que se vaya a casa. Paradojas de la democracia,los neonazis pueden manifestarse, pero nadie puede acercarse a ellos a menos que acepte ser identificado en una de las esquinas. Con el carnet de prensa se puede entrar en la zona de exclusión. Dentro de la iglesia, los vecinos exponen sus miedos sin reservas, aplauden, se indignan. Está llena a reventar. Al menos cuatro policías armados vigilan que no se alteren los ánimos.
Populismos
Y todo esto ocurre por el miedo a lo que pueda ocurrir el próximo junio, cuando se muden 210 refugiados a un edificio del barrio. Como medida preventiva ante un miedo hasta el momento infundado, el ministro de Interior, Thomas de Maziere, del partido de Merkel, la Unión Cristianodemócrata, y la ministra de Trabajo y Asuntos Sociales, Andrea Nahles, del partido socialdemócrata, han propuesto limitar el período en el que un parado puede permanecer en su país. La estancia podría variar entre tres a seis meses. Con ello tratarían de evitar que los ciudadanos de otros países de la Unión Europea vengan a Alemania a vivir de lo que aquí se conoce como la “inmigración pobre”.
En realidad, el estudio presentado cuando anunciaban la medida detalla entre sus páginas unas conclusiones que suponen una bofetada intelectual para ciertos populistas: los problemas del Estado alemán en este sentido son “abarcables” y limitados a determinadas regiones. Para De Mazirère, el Estado tiene que “girar el timón para que esto no se convierta en un gran problema a nivel nacional”. Una medida preventiva que se dirige a una minoría cuya tasa de desempleo, que es la cuestión en liza, es menor que la de otros extranjeros. “Lo cierto es que existe un problema especial de aceptación de la emigración de sinti y romaníes”, respondía el ministro a una pregunta concreta.
Los únicos que en público atacan a los sinti y a los roma son, de nuevo, los miembros de la extrema derecha y del NPD. Frente a la iglesia de la calle de la calle Arndt, una trabajadora de la diócesis que imparte talleres ocupacionales para jóvenes asegura que la derecha radical “aprovecha para inflamar los ánimos. Es horrible. Pero les han autorizado la manifestación, así que están en su derecho de manifestarse”.
Cuidado con quién copulas
Al igual que los europeos parados, los neonazis son una minoría en la Alemania de nuestros días. Pero su ideología no deja lugar a dudas. En estos momentos, por ejemplo, el partido se plantea cambiar de secretario general debido al “Penisgate”: este líder derechista se dejó fotografiar en una fiesta de cumpleaños junto a varios pasteles con forma de pene y con la ex actriz porno Ina Groll. La mujer, conocida como Kitty Blair, hacía en el pasado publicidad para el partido con la idea de que “el nacionalismo también puede ser sexy”, pero después se supo que en uno de los videos aparecía con un hombre de piel negra. “Quien copula delante de una cámara con sujetos de razas extranjeras y de este modo, además, apoya la mezcla de razas, tiene poco que ver con la idea de los pueblos y de su continuación”, escribía la web de extrema derecha Freies Netz al respecto. Lo cierto es que el partido la ha vetado.
El NPD está en contra de cualquier inmigración; los socialdemócratas del SPD, que participan del Gobierno alemán, sólo de lo que ellos consideran inmigración “negativa”. “Necesitamos una inmigración positiva”, aseguraban cuando se presentaban las nuevas medidas, entre las que se planea que los migrantes lleven consigo a todas partes el permiso de residencia. “Se trata de ver si la persona que viene tiene posibilidades de encontrar un trabajo o no, y en caso negativo, perdería su permiso de residencia”, explicaban.
Queda por ver si las medidas casan con el derecho europeo y con el Tratado de Schengen. Si los europeos parados que excedan el tiempo límite serán recluidos en las “cárceles de deportación”, como ocurre con los refugiados cuando no les extienden el permiso de residencia. Tampoco explicaron cómo van a controlar las fronteras para evitar que vuelvan al país cuando les extiendan una “prohibición de entrar en el país”, como sí han anunciado que van a introducir.
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